sábado, 7 de enero de 2012

Antonio Orejudo: Reconstrucción (2005)

A veces no sé si los libros que me gustan menos me disgustan por lo que esperaba en mi azar o por el libro en sí.  partes Reconstrucción es un buen libro, un libro bien escrito, bien traído, muy documentado. Me ha gustado la historia que va desde (o hacia) la historia de Miguel Servet, la recreación del ambiente de la reforma, el espíritu de la imprenta, los usos tipográficos... 
Pero por otro lado la historia se me hace densa sobre todo en el capítulo primero. Pienso en qué no me ha gustado y me ha gustado todo así que puede que yo no necesitara ese libro. Problema casi con seguridad de mi imaginario, que se movía entre Los pilares de la Tierra y El hereje: no se parece a ninguna de las dos. Es más real, más seria más trabajada que el mundo Disney de Ken Follett, sin duda alguna, y erudita a la altura de la de Delibes. 
Y como no sé por quién llegué a Orejudo, de la misma manera no sé con quién hablé de Delibes, del Delibes que más gusta a los de su tierra. La tierra, la familia y la capacidad de los tuyos para saber quién eres sin perspectiva, en primer plano. Charlaba hace poco con Macías Saint-Gerons sobre Delibes, que la gente de Valladolid, así, genéricamente, gusta más de su novela El hereje que de las otras que construyen una ciudad cotidiana. Tal ves es porque este tiempo en que se sitúa El hereje da la distancia de un Valladolid que está tan lejos de Valladolid como Melbourne y entonces ven al autor, no al señor que toma café por allí y compra la prensa. en este tipo de disquisiciones para nada nos entretenemos los amigos.
Y aunque no venga a colación la idea de la distancia sí viene la distancia entre Reconstrucción y El hereje: una misma época y una diferencia, la capacidad de dibujar y dar fondo a los personajes de Delibes y los más planos personajes de Orejudo. Las comparaciones son odiosas, lo sé, peroes imposible no tener en la cabeza la otra historia cuando se lee esta, interesante pero con personajes más planos, cosa que veo —puede que de ma misma manera por la falta de  distancia— en la narrativa actual: pasan muchas cosas pero me es imposible crear un vínculo con los personajes. No sé.
Creo que esta sensación agridulce pasará con el tiempo y dejará solo a la obra con lo aprendido. La emoción de escribir, de lo aprendido, queda al final de las tapas, que el tal Orejudo ha tenido que sufrir y disfrutar como una lagartija al sol, la dicha plena.


No hay comentarios:

Publicar un comentario