miércoles, 16 de junio de 2010

Mario Vargas Llosa: El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti (2008).

Hace años había leído Cartas a un joven novelista (1997), libro del que no recuerdo nada —esto parece el poema de León Felipe— si no es cierta obsesión por un relato muy corto de un tal Augusto Monterroso, algo de un dinosaurio. Tal vez he echado en falta un hilazón más sólido. Esperaba en este libro, sí un ensayo, pero tal vez algo más, y en ocasiones algo menos.
Ejemplos de algo más: una forma de ahondar en el espíritu de Onetti y puede que en su biografía, cierta revelación sobre algo que había intuido pero a lo que no había dado forma en mi cabeza: la capacidad de Onetti para revelar las fabulaciones diarias con que sus personajes se construyen como una coraza con la que enfrentar a la realidad —.
Ejemplos de algo menos: menos biografía propia como no empezar el libro que habla de otro con meditaciones sobre la bibliografia propia. Luego ese yo denso que impera en Vargas Llosa se atenúa, por suerte —es algo que siempre me cansó— y se distrae en Onetti y en sus fórmulas pero también en repasar de principio a fin el argumento de todas sus novelas y de algunos de los cuentos.
Mario, no se rellena un libro gordo destripando al lector la obra de aquel a quien se estudia. Es más difícil, claro, pero debes de buscar fórmulas para no destriparle a la gente el final de Los adioses (ya no digo nada de tu aportación a la interpretación de la relación con la mujer más joven), fórmulas con las que crear una nueva ficción sobre el mundo de ficción sobre ficción de Onetti. Ahí es donde más me ha decepcionado el libro que por otro lado me ha enseñado y me ha hecho recapacitar sobre muchas cosas —el lenguaje propio para el escritor, las búsqueda de estrategias—. Podrías haber aprovechado para crear una sitil forma de ficción, la del hombre ficticio que se desnuda mientras habla de la obra de otro. Véase El loro de Flaubert, de Julian Barnes.
Por lo demás, ya lo he dicho, me ha entretenido, me ha enseñado cosas y ha guiado una meditación global sobre la obra de Onetti, como un "a vista de pájaro" o algo así que me ha ayudado.
En lo extraliterario me ha entristecido —pero no es culpa de Vargas Llosa, claro— leer su visión de América Latina a partir de la decadencia de Montevideo, porque en esa meditación sobre el desencanto he encontrado muchos paralelismos con la situación de España con esa economía "con pies de arcilla" y esa falta de ilusión.
Y en fin un libro al que creo no se le han aprovechado todas las posibilidades pero que tiene mucho bueno, que da mucho que pensar y con lo que disfrutar, a cualquier onettiano.

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