lunes, 19 de julio de 2010

John Fante: Pregúntale al polvo (1939)

Sobre todo pido disculpas por lo que voy a decir. Hablar bien de una novela, de cualquier obra de arte, es restarle puntos, predisponer al lector, crear expectativas que deben de superar su umbral de sorpresa. Pero es que me ha gustado mucho. He sentido la misma sensación de placer que cuando hace cuatro años ahora leí Falconer, de John Cheever. Recuerdo que  fue justo hace cuatro años porque hace cuatros años yo estaba en otra ciudad y estaba solo o acompañado por ese tipo, Cheever. Acompañarse de un personaje es una cosa extraña, más cuando estás en ciudades extrañas y solo hablas con los camareros. Se crea un vínculo más fuerte. 
Ahora mi compañero ha sido Arturo Bandini, un inconsciente lleno de arrojo y de ganas de vivir que está entre Ignatius J. Reilly de La conjura de los necios (1962) y esos luchadores de la literatura como el Fred de desayuno y otros tantos que ahora no me vienen a la cabeza.

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