miércoles, 16 de marzo de 2011

Fernando Marías: Todo el amor y casi toda la muerte (2010)

Una historia desarrollada con varias tramas, un esqueleto bien montado y, de alguna forma, como decirlo, muy visual. Visual a la manera del que lee Los santos inocentes que leí hace tantos años, seguro que obligado por el colegio y seguro ya influido por la película.
Así he visto esta novela mientras leía. En esos paralelos que hace el cerebro con su autonomía, mi película se ha formado entre la película de Mario Camus , de 1984, y la de una película actual como fue El secreto de sus ojos (2009). A su lado hay tramos y maneras de decir que no pasarán al cine, fórmulas kunderianas que meditan sobre el ser, y sorpresas que a veces a unos le gustaría subrayas si yo fuera de esos, como cuando uno de los personajes piensa:
En un libro extenso los sentimientos pueden camuflarse, extraviados en el bosque de papel. Sin embargo, un librito como éste sólo contiene lo esencial, la vida y la muerte sin hueco para adjetivos, anécdotas o elucubraciones. Un libro corto, una de dos: o contiene la verdad o no contiene nada. 
Las tramas, que no he contado porque no apunto mientras leo, pero que son cuatro, creo yo, se forman una alrededor de las otras, o en paralelo, o dentro como la novela Todo el amor y casi toda la muerte, que ha escrito uno de los personajes.

Y de pronto, cuando va a terminar la novela porque ya no quedan casi páginas que sujetar en la mano, una coda, una final que acelera como debe acelerar todo en los finales, como sabe Beethoven. Mañana veré al autor, que presenta una nueva novela. No vale preguntarle si el que escribe sabe la solución o el final en una novela abierta, porque sabe los dos finales y, si prefiere uno, ya da igual. 

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