Mostrando entradas con la etiqueta Las partícula elementales. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Las partícula elementales. Mostrar todas las entradas

domingo, 4 de julio de 2010

Michel Houellebecq: Ampliación del campo de batalla, 1994

Una novela de fácil lectura que me hubiera gustado más de no tener tan próxima la comparación de Las partículas elementales y Plataforma. Pero esa es la enseñanza: cómo ha crecido como escritor. Houellebecq ha creado aquí a su personaje sin atributos, a su modelo del fracaso, y luego lo ha hecho crecer en sus siguientes novelas con un argumento fuerte.
Tal vez sólo al final de la segunda parte intuye esa necesidad de un suceso o un pensamiento brutal, algo que arranque al lector, que lo levante. Pero falta algo más otro capítulo que nos sorprenda y cierre y construya ese cresccendo al modo de la novena. 
Un buen título o una buena traducción del título, o eso me parece: que es mejor el título en español que el Extension du domaine de la lutte. Así, veo también en internet que en inglés han titulado Atomised a Las partículas elementales... Bueno, no deja de ser una tradición cargarse una obra con un título lleno de ignorancia: en España somos pioneros con los títulos de películas. Pero ese es otro tema, lo importante es que el lector busca, no sabe a dónde se dirige, encuentra signos, hitos que marcan el camino.
Ampliación del campo de batalla habla, como Bartleby y compañía hace unos días, de Maupassant pero no sé cual de sus obras habría leído Veronique. Sólo sé que este paso no es erróneo:
Conozco la sensación; sentí lo mismo hace dos años, justo después de separarme de Veronique.
Eso dice en el capítulo ocho de la segunda parte. Hecho cuentas. El libro se publicó en 1994.

lunes, 14 de junio de 2010

Michel Houellebecq: Plataforma (2001)

Tenía curiosidad por leer la que creía era la segunda novela de Michel Houellebecq. No lo es, por lo visto la segunda es Lanzarote, pero con todo lo que más me interesaba es ver cómo se las apaña uno después de haber escrito algo complejo, pretencioso, para hacer algo que esté al nivel. Digo pretencioso en el buen sentido de la palabra: para escribir, para crear, es necesario tener pretensiones, querer llegar más allá, y la apuesta futurista del final de Las partículas elementales era complicado de emular sin resultar repetitivo.
Bueno, la novela es mejor y peor que la anterior. No consigue el ascendente final de la otra, el aporte futurista que la convierte (todo a mi modo de ver, sobra decirlo de continuo) en más duradera. Pero luego es mejor en la construcción de los personajes: los hermanos Djerzinski eran demasiado complicados, sus vidas abusaban de la sordidez y a veces costaba saber de cual de los dos te estaba hablando —y en algo se tienen que diferenciar dos mediohermanos...
Aquí Valérie es un personaje más complejo y Michel Djerzinski sólo lo logra el el repaso del personaje al que obliga la coda final y que a su vez desdibuja para siempre a su hermano Bruno.
Interesante, entretenida, eróticamente hablando mejor también que la consecución del Brave New World de Huxley en el que encuentra a la vez su mayor acierto literario. Aquí mi sorpresa es el poner el centro en el turismo sexual y el juego que hace con el lector de amor/odio, comprensión/rechazo en el que te hace pensar. Y eso es la novela.

domingo, 6 de junio de 2010

Michel Houellebecq: Las partícula elementales (1998).

Sorprendente. Un a novela que me ha dejado pensativo, una de esas novelas que me gustan porque me aportan, porque me dejan repasando mentalmente. El giro inesperado, el crescendo final, en parte resumen en parte fuga, que en toda creación larga rige en secreto La novena de Beethoven, te obliga a recapitular, a reconsiderar todo lo que has leído.
Me hartó o me aburrió en algunos puntos el exceso de sexo explícito, pero ha quedado compensado y perdonado, o releído desde el ángulo, desde el desencanto vital desde el que Michel Djerzinski redacta sus Clifden Notes.
Supongo que eso es la novela, crear espejos, reflejar nuestros días o nuestro pasado, darle un sentido extraordinario a la monotonía. esta llenará muchos más, estoy seguro.