Mostrando entradas con la etiqueta 1970. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 1970. Mostrar todas las entradas

jueves, 3 de noviembre de 2011

Alfredo Bryce Echenique: Un mundo para Julius (1970)

Una mezcla de corrientes que como algunos platos con demasiados buenos sabores no me ha terminado de gustar. Lo cierto es que a partir de la parte tercera descubrí que aunque saltaras algunas páginas tampoco pasaba nada extremo y justifiqué mis burdos saltos con cierta teoría que leí en Cortazar según la cual el texto del realism de la literatura inglesa puede leerse con esa misma torpeza con la que leemos la realidad: conectamos y desconectamos, entramos en una tienda y hay una conversación empezada que sigue cuando salimos, o hablamos y alguien nos llama por teléfono y volvemos a esa charla en otro punto después de colgar...
No cabe duda de que el libro no es lo que yo esperaba: decimonónico con intentos joyceanos y un intento brillo no logrado de En busca del tiempo perdido: se parece a ésta en el intento de recreación del mundo infantil, de esa memoria, pero falta el brillo de los símiles de Proust.
El arte es algo extraño:no sabemos qué hay que hacer para crear algo NUEVO, pero si sabemos cuando estamos leyendo algo que no lo es, y lo pero es que el escritor no sabe, no creo que sepa, no creo que tenga capacidad, perspectiva para intuir ese brillo.
Tal vez debería haber leído la La vida exagerada de Martín Romaña, que es el libro al que me llevaban los otros cuando cayó este otro en mis manos.
En mitad he leído, para animarme en la lectura tediosa del final de la segunda parte, la Novela de ajedrez. Menos mal, me digo. Pero vuelvo a preguntarme qué hay de diferente entre este Julius y el de muchacho de Proust, entre este libro y los de Salinger o de Onetti, o de... Esa ha sido mi principal inquietud con este libro: ¿por qué no? tengo que ordenar más mis ideas para resolver la ecuación, ecuaciones literarias. 

jueves, 8 de julio de 2010

Helene Hanff: 84, Charing Cross Road (1949-1969)

Un libro lleno de pequeños tesoros, de fragmentos que releer.
El caso es que, los libros llevan a otros libros. Hasta aquí me trajo una libreta vieja en la que anoto cosas que comprar, cosas que buscar y que leer. Luego a veces no me acuerdo de qué libro me hizo anotar esa referencia. Ahora, pensando en este libro, en todos los fragmentos que subrayados, personas para las que este librito sería un buen regalo, buscaba también en la memoria quién fue el decisivo culpable.
Luego he pensado: eso te pasa por hablar mal de la gente, desagradecido. Pero cuando hablo de lo malo de algunos libros no busco dedicarme a la crítica literaria, que por otro lado debe ser una labor ingrata si no eres Ricardo Senabre. Cuando señalo en defecto de un libro es una nota mental, el recuerdo de un lugar por el que no debes pasar, lo que marca la transparente pero firme línea entre la buena y la mala literatura. Y eso no significa que Roberto Bolaño haga mala literatura, porque no es así, significa que como todos ha hecho cosas bien y cosas mal. Solo que unos lo ocultaron debidamente y él, en su afán de vivir de la literatura lo publicó todo. Esto último, por supuesto, es una teoría propia.
Y sí fue un artículo del libro Entre paréntesis el que me guió hasta Helene Hanff y su librería soñada y nunca vista. Un sitio entre Covent Garden y Soho —otros sitios soñados por mi— y que intentaré visitar la próxima vez. ¿Cuándo? Tampoco importa, la librería cerró hace miles de años y pese a que en el libro que aseguran que hay una placa recuerdo del libro en Google Street View sólo puedo percibir tras los cristales un local que es o un restaurante o una tienda de cocinas.
No importa, en Buenos Aires cierto café en el que Macedonio Fernández y Borges se reunían hay ahora una librería. El mundo tapa al mundo y debajo hay más cosas y encima hay más nada. Pienso en las calles de París por las que paseábamos, la calle ha ido creciendo por encima de los portales por los que se accedía a las casas. debería dejar de divagar y pensar en este paseo por el antiguo mundo del libro, otro rato hablaré de lo que es un libro, algo que dejará de ser físico pero que seguirá siendo, en nuestra imaginación, un objeto, un volumen concreto.