lunes, 6 de junio de 2011

Enrique Jardiel Poncela: Un país de ladrones (1950?)

Leo esta novelita de Enrique Jardiel Poncela que por lo poco que dice la solapa y lo menos que dice internet debió de estar escrita en los últimos años de su vida.
Más bien recuerda a una reconstrucción a la manera de Nabokov con El original de Laura (1975-1977). Más extenso que esas pocas páginas de The Original of Laura, Jardiel Poncela reune aquí, aunque con cariño y con su tono de siempre, cercano, lleno de humor y de dolor aunque decirlo así suene cursi, reune todo lo peor de l a tradición española, no solo literaria sino lo que a él más le interesaba, la humana. Parece ser, aunque lo decuzco yo solo que volvió a la novela ya hacia el final para intentar dejar dicho lo que tenía que decir.
Venía de obras de teatro como El sexo débil ha hecho gimnasia (1946), Como mejor están las rubias es con patatas (1947), más que dos títulos dos greguerías, Los tigres escondidos en la alcoba (1949) y un proyecto de biografía que leo en internet iba a titularse Sinfonía de Mí.
Este título, duro, realista, viene más en el tono de sus primeros textos. Tal vez se imponía una mirada más dura para entrar a pensar sobre la idiosincrasia española. Pero no habla desde la zona lúgubre, desde el remordimiento, teje, alrededor de su personaje Mauricio Contreras un entramado de estatuas, me parece a mi, arquetipos de lo que ha llevado al país a ser lo que es: en lo bueno y en lo malo, como se dice en las bodas, o se decía, hace mucho que no voy a una. A lo que iba: Mauricio está rodeado por esos personajes que inevitablemente. siendo naturales, buenos, honestos, lo son desde los usos y las costumbres de nuestro país, es decir, o eso nos quiere demostrar Jardiel Poncela, son unos mangantes, unos nuevos Lazarillos. Todos ellos buscan en la justicia poética, en el yo me lo merezco más que el otro, una justificación para pasar por encima de quién sea, o para pagar un café menos en el bar, o para  un concepto más a su factura, para apuntar dos en vez de uno en la cuenta del colmado, para...

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