jueves, 3 de marzo de 2011

Andrés Neuman: Bariloche (1999)

Breve, tal vez una historia humilde y claro, no hablo de los personajes, hablo de la dificultad de crecer dentro de la novela. Observo ese intento inicial como el Vila-Matas y La asesina ilustrada, ese trabajo de crecer dentro de la historia, de obligar al detalle que no aburre, que amplía, al comentario que perfila y no sobra. Eso último lo pensé creo por primera vez con Bolaño y algunas de sus novelas más cortas: creo que estoy pensando en Estrella distante, cuando contaba cosas muy buenas y otras fuera de lugar en un intento de equilibrista por alargar en otra novela un capítulo de La literatura nazi en América.
Aquí no, la historia es breve pero no pretende ser otra cosa. Sobre una trama muy conocida el color local de Buenos Aires, de sus trabajadores llegados de provincias remotas para malvivir. Trabajos sin destino ni pasión recuerdo de los trabajos fantasma de aquellos hermanos lejanos de El astillero.
Demetrio y la mujer, ese Junta más heroico con una mujer más lenta y más silenciosa. esa escena que se repite porque no existe y es la única que nos importa, que es el éxito del perdedor en las novelas de perdedores, y el perdedor  que es cualquier personaje con su soledad y otro cuerpo a su lado.

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