domingo, 1 de mayo de 2011

Roland Barthes: El grado cero de la escritura (1953)

Qué librito curioso. Me levanto temprano en esta mañana de domingo. Casi no ha amanecido. voy releyendo las primeras páginas, subrayo alguna cosa que dejé para más adelante. Muchas ideas que me hacen pensar sobre el sentido real de la ilógica aventura de todos estos tipos. Escribir. Como el que hace ejercicio, como el que come mucha fruta, supongo que nunca empiezan preguntándose por qué sino atendiendo a una necesidad, a un impulso que aparece desde un lugar no real.
Pienso en la narración, en el valor del lenguaje literario. Cada época busca una novela que se acerque a su espíritu, o puede que sea al contrario, de acuerdo, concedamos que el autor busca la expresión futura, la palabra nueva que defina su tiempo. Lo cierto es que prefiero la primera opción, pensar que los escritores son lo que son, personas que buscan contar e intentan, con sus breves herramientas, trabajar ideas dibujadas con todas esas palabras en otro orden. Lo otro sería pensar en ellos como en visionarios, mediums o estafadores —¿no es lo mismo?— que ven o hablan de lo porvenir.
Mi corta experiencia como observador me hace creer más en obreros que construyen con lo que tienen y a los que el azar, algunas veces, les ayuda a encontrar ideas o a reunir palabras que antes nadie había unido.
El obrero Flaubert solo pudo unir sus páginas con el habla familiar, con sus estudios, con sus lecturas, con algunas manías. Evitando las palabras que ya estuvieran gastadas y haciendo cuerpo de una, dos si lo prefieren, obsesiones de juventud. Luego tomó esa vida para hacer materia literaria, luego viajó para seguir contando y, todo eso, y todo eso, sucedió con la suerte del escándalo de un libro y un uso particular de los tiempos verbales que le hizo sintonizar con su tiempo de la misma manera en que hubiera podido convertirse en el solterón solitario que en verdad era, un vecino que de no haber tenido éxito, fama, hubiera sido el viejo vecino solitario que al morir, el mismo día y de la misma forma que el otro, habría sido enterrado en el mismo sitio, o da igual, porque ese sería el desconocido, nadie habría sabido que hacer con todos esos papeles. Papel que se se humedece y que se pudre, o que se reparte entre los vecinos para hacer fuego: Salambó, Bouvard Y Pecuchet, La educación sentimental, Madame Bovary... quién sabe.
Con todo, mis opiniones sobre el azar y lo azaroso, el libro de Barthes aporta muchas ideas sobre la escritura: la funcionalidad de la literatura, los géneros y el lenguaje literario, el trabajo literario —habla de la flaubertización de la literatura, me gusta esa metáfora del trabajo solitario e inútil de los escritores—, y habla de la mediocridad, de la literatura del silencio, la búsqueda de la literatura neutra como punto sin enlace.
Echo en falta la universalidad en los ejemplos. No le hubiera costado tanto y restringirse a la literatura francesa dice poco del autor, empobrece ignorar a los vecinos de Alemania, en España, en Inglaterra. No es bueno para su libro la impresión arrogante de que todos los cambios literarios del siglo XX se dieron en Francia y solo en Francia como fundadora de la literatura moderna. Oh, vamos, Roland, me digo en una conversación de barra con el tipo, a lo que llamas la literatura francesa es una literatura de inmigrantes o de hijos de inmigrantes. Tal vez no sea cierto pero le torturo como se debe hacer entre amigos y cañas hablándole de Tristan Tzara, de Camus, ... ¿Y Dostoievski?, ese tampoco ha influido en nadie, ¿eh, Roland?   Tienes que ampliar para validad tu discurso, el chovinismo está demodé. Pero te perdono, Roland, porque vas a pagar la siguiente ronda, aunque me tengo que apañar con la parte por el todo de esa frase tuya: «Cada escritor que nace abre en sí el proceso de la literatura».
Paga y vamos a otro bar.

2 comentarios:

  1. Puse en google: de qué habla roland barthes en el grado cero de la escritura y salió este sitio que me confundió o me hizo entender menos.

    ResponderEliminar
  2. Lo siento amigo: estas notas son las meditaciones de un personaje sobre sus lecturas.
    Supongo que Google no es el oráculo, cada navegante tiene que buscar qué necesita...
    Saludos.

    ResponderEliminar