Estos volúmenes que continúan como lo hacen ahora las teleseries, pero sin el breve resumen que suelen hacerse para saber dónde te habías quedado. Casi la sensación de que el libro parte por dónde el número de páginas comienza a hacerse excesivo.
Sorprende el cambio de estructura con respecto a los dos anteriores. Y más, una estructura que no sé si está sólo en mi edición y que sólo había visto en Cormac McCarthy, que adelanta lo que va a suceder en cada capítulo del su Meridiano de sangre. Curioso como uno cree novedad a lo que es desconocimiento.
En lo demás, en lo principal, la obra sigue su curso, aparece Albetina y sigue la capacidad de Proust para llenar la acción de símiles sobre la actitud sentimental del hombre.
He corrido por sus páginas a toda velocidad, la muerte de la abuela, los zapatos rojos, el equilibrio en que el personaje busca el sueño y confunde sus habitaciones, los prostíbulos, perdón las casas de citas, Raquel...
Más que Albertina, Raquel.
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