lunes, 26 de marzo de 2012

Martín Caparrós: Los Living (2011)

Buen ritmo, sí, la velocidad desde el principio me recuerda a otras de la narrativa estadounidense del feamente llamado realismo sucio. Después, tal vez estaban las ideas de lo que uno había esperado a partir del título y la portada, y por otro lado estaba lo que el autor ha inventado. Es decir, que me gusta la historia del joven narrador omnisciente que conoce cómo fue el sexo entre sus padres en el momento de su concepción y ese tipo de cosas, incluso me gusta que eso se una a la lógica de la historia, que sepamos que es natural, todo eso es otro producto más de la fabulación del charlatán. 
Pero el problema es que la novela de luego, a partir del predicador en adelante, ya no me interesa o lo que es lo mismo, ya la he leído muchas veces en muchos sitios. En la historia de tantos charlatanes, santeros y estafadores. En el loro Lulú embalsamado al que la Félicité de Flaubert habla, luego le reza —desde ahí ya no pude esperar nada nuevo. En el «Mr. Taylor» y «La exportación de cerebros» de Augusto Monterroso que imaginé antes de leer. La sorpresa, me explica siempre Nedi, es el tercer elemento de la narración, pero quiere decir que no hace falta dar sustos ni dar sorpresas ilógicas, solo se trata de ir por delante del lector, que vaya a la zaga cuando vuelves la esquina y en unos segundos pierda la referencia, luego volverá a ver tu espalda unos metros más allá siguiendo tu camino.
Otra solución. Cuando me quedo con esta sensación pienso en buscarle un final mejor, más rematado, como en el The Ghost Writer de Polanski, ahí encontré una solución bastante mejor, menos fácil y más lógica que de todas formas ya no recuerdo. Entonces me viene la pereza: el autor no quiere mi final y yo no escribo, mi hobby es sacarle peros a esas películas y series norteamericanas en las que los hijos son siempre bajitos para que entiendas que son los hijos. La norma dice que los padres le sacan al predecesor una cabeza. Como si nadie hubiera aprendido de Orson Welles lo importante que es la posición de la cámara —Touch of Evil— y  sabemos que esos actores que ya han cumplido edad de no crecer más se quedarán perpetuamente bajitos al final de la película, serán el vivo reflejo de mamá en el color del tinte. 
Tanta fuerza al principio. Me dan rabia los argumentos mal aprovechados.

domingo, 18 de marzo de 2012

Jonathan Franzen: Libertad (2010)

No sé qué buscaba cuando empecé a leer Libertad. Supongo que me guiar por esa cosa tan rara que es la confianza que te provoca una editorial, pese a un titular espeluznante que se refería a que Barack Obama o su mujer había leído el libro, como si eso equivaliera a que el libro le pudiera gustar a Cheever o algo así. La cosa es que pudo la confianza que algunos buenos libros editados por Salamandra me habían dado. Así empecé a leer sin indagar más en internet, sin preguntarme qué más había escrito Franzen, si había publicado en The New Yorker o si esa ilustración tan fea significaba que el interior podría superarlo todo. 
Así empecé la lecturas de estas seiscientas y pico páginas: una lectura rápida y ordenada que me recuerda a otras buenas narraciones norteamericanas. Voy con cautela porque la sensación es buena pero a la vez ha faltado algo, puede que un poco de el caos de Faulkner, puede que un poco de la duda y la angustia existencial de Cheever. La historia está bien contada, todo va bien, muy para todos los públicos todo: un poco de sexo duro para no ser ñoño, un poco de Torres Gemelas, un poco del odio sin discusión para la guerra de Irak,  un poco de antiburguesía, un poco de judaísmo, algo de infidelidad, superpoblación, ecología, y Yo la tengo. No falta de nada, pero puede que eso sea lo que falla: la novela es necesidad, hay que darle necesidad al lector y no he tenido eso. Los personajes bien construidos, todos, desde Joe el niño inteligente desde la infancia, los diálogos y los pensamientos de Patty, está bien construida, como Cats, Walter, la hermana, los vecinos, pero según pienso en lo que he leído y repaso mentalmente me da la sensación de que este tío ha hecho una lista con todo lo que hay de tradicional y de nuevo en la novela norteamericana, y que lo ha metido todo y bien, pero es que lo ha puesto todo
Eso me falta, imperfección, sentir que el autor respira y es bueno y prefiere unas cosas a las otras. Tal vez su anterior libro sea algo peor, lo buscaré a ver si me gusta más que este.